Historia del Rol del A.T.

Autora:

  • Mariela Armenio

En la Argentina surge el acompañamiento a fines de la década del 60 como un agente dentro de la práctica clínica psiquiátrica al que E. Kalina llamaba en su primer momento, amigo calificado, se denominó A.T por un cambio de Rol, acentuando el aspecto terapéutico por sobre la amistad estableciendo un vínculo con el paciente desde un Rol establecido.
Nació como una alternativa frente a la internación psiquiátrica debido a dificultades que se les presentaban para sostener un tratamiento.
El trabajo clínico con Acompañamiento terapéutico fue respondiendo a diferentes necesidades clínicas. El abordaje interdisciplinario fue necesario en pacientes severamente perturbados. Se presentó como una alternativa redituable económicamente.


Acompañantes Terapéuticos: nuevos agentes en el campo de la salud mental.

La vida de los seres humanos requiere, para su normal desarrollo, un delicado equilibrio entre la necesidad de estabilidad y la necesidad de cambio a algunos cambios son necesarios e inevitables tal como en el caso de los relativos al crecimiento y al envejecimiento; pero otros pueden ser necesarios aunque no inevitables. Estos cambios no deseados podrían desencadenar una crisis, estas podrían ser sociales, personales, en fin de distintos tipos. Estos momentos críticos deben considerarse como la culminación de circunstancias previas a través de un cambio brusco en la vida de una persona.
Es debido a esto que a raíz de una enfermedad u otros impedimentos, la persona no se encuentra capacitada de escoger libremente sus interacciones con el ambiente y es probable que surja un sentimiento de dependencia e ineficacia, los cuales afectan en gran medida el entorno de la persona, que se encuentra generalmente desbordado o porque no saturada; por lo tanto impedido emocionalmente para contener a la misma. Por esta y muchas razones es necesario la presencia de un profesional observador con un discurso objetivo, el cual tiene una posición privilegiada de quienes están involucrados en el grupo familiar o de los que forman parte de la Red Social de la persona afectada.
Este profesional sería entonces el A.T y su función se iría delineando en relación al despliegue de la problemática subjetiva del paciente, se puede decir que es utilizado como una estrategia terapéutica del profesional tratante.
El A.T no médica bajo ningún punto de vista, no da directivas, es un promotor de tareas desde un lugar dramático vivencial, contiene al paciente frente a la ansiedad, la angustia, los miedos…
El A.T ayudaría al paciente a resocializarse en forma paulatina, asumiendo funciones que él mismo no puede desarrollar, podría ser actividades cotidianas pudiendo estimular y motivar otras que fuesen de interés, que tengan relación con un proyecto vital para poder reforzar la capacidad creativa que se perdió de alguna manera. Esto generalmente se ve en pacientes severamente afectados, perturbados, desconectados del mundo que los rodea, al superar estas dificultades irá estableciendo vínculos que resulten gratificantes.
El objetivo del A.T al igual que el de algunos profesionales del campo de la salud mental es desarrollar técnicas para un tratamiento puntual, activo y breve, con objetivos precisos y limitados los cuales varían como dijimos antes, en determinadas patologías y necesidades.
La inclusión del A.T en un tratamiento tiende a eludir tanto la cronicidad de la patología como la del tratamiento, también a proteger al paciente de una atención insuficiente que necesariamente lleve a fracasos y recidivas


Las Modalidades del Acompañamiento Terapéutico

La intervención del A.T o de un equipo de Acompañantes Terapéuticos pueden ser indicados o solicitados en circunstancias muy diversas. Puede ser que el acompañamiento se desarrolle dentro de una institución como geriátricos, psiquiátricos, centros de día, hospitales, sanatorios, durante 24 Horas o algunas horas esto varía ya que se toma en cuenta la necesidad de la persona y la gravedad del caso, se puede dar en caso de externación, o en el paso de una instancia del tratamiento a otra, es decir desde la internación al hospital de día o desde la externación en una institución a una internación domiciliaria.

Caso María Laura. Por Mariela Armenio
María Laura es una paciente de 22 años que ha sufrido reiteradas crisis caracterizadas por una fuerte angustia asociadas a situaciones de descontrol con cierta desorientación temporo espacial, alteraciones en la personalidad, delirios. Estos y otros síntomas aparecieron fundamentalmente en momentos de definiciones personales: durante la separación de sus padres la cual fue muy conflictiva, y luego retornaron cuando decidió darle fin a la relación con su novio la cual fue muy significativa para ella, ya que él le dio su apoyo durante seis años.
A raíz de su confusión y su desestructuración Psíquica, su madre decide internarla en una institución en la provincia donde reside la misma. Al término de ocho días no se evidencian cambios favorables, por lo que los familiares piden la externación. Posteriormente la trasladan a Rosario y es internada por segunda vez en una clínica Psiquiátrica Privada, donde fue atendida por un equipo terapéutico compuesto por un Psiquiatra, una Psicóloga y para una mayor supervisión se decidió incluir el acompañamiento terapéutico.

La función de la Acompañante terapéutico era armar un dispositivo que permitiera una contención en la cotidianeidad de esas situaciones en crisis, incorporar paulatinamente actividades acordes a las necesidades y posibilidades de la paciente.
En el transcurso del tratamiento se presentaron síntomas debido a su patología, delirios, afasia, rigidéz corporal, sus gestos, actitudes y su discurso eran como mecánicos, lentificados y sufría de una profunda regresión.
Cabe aclarar que al ingresar a la institución los sentimientos que predominaban en ella eran de indiferencia, desinterés, apatía por todo y por todas las personas. No se vestía adecuadamente, utilizaba ropa vieja, que sentía como “pedazos de su cuerpo”.
Su madre la visitaba dos veces por semana o en su defecto los fines de semana, intentando presentarse ante ella como un ser sacrificado capaz de hacer todo por María Laura y nada para sí misma. Esto se combina con un padre ausente, incapaz, según su madre, de contener a sus hijos. A este grupo familiar se le suman dos hermanos menores, los cuales se mantuvieron alejados de María Laura durante la internación, continuando con sus actividades “aislándose” de todo lo que pudiese perjudicarlos.
Durante el tratamiento la paciente logró cumplir ciertas actividades que anteriormente se encontraba impedida para realizarlas, pero su madre minimizaba todo logro y no le permitía ningún margen de error. Al ser “la elegida” por sus padres se le sobre exigía, ella era estudiante de Derecho, cursaba el tercer año de esta carrera “era perfecta” según su madre.
Estas observaciones resultaban perjudicial para su tratamiento, a esto se le sumaba las actitudes de su madre la cual trasgrediría toda estrategia terapéutica y normas institucionales obstaculizando todas las actividades que la paciente podía realizar.
Por esta conducta ambigua que tenía su madre, frente al progreso de la paciente se decidió con el equipo terapéutico un recorte de horarios en las visitas dentro de la institución y las salidas fuera de la institución debían ser supervisadas por la A.T.
Con respecto a su padre, según la paciente, si bien el vínculo que la unía a él era estrecho paso a ser un completo “extraño” para ella, porque la infidelidad hacia su madre la llevó a sentirse traicionada por él y otro motivo por el cual no quería verlo es que ella al participar activamente en las discusiones de sus padres durante y antes de la separación, se encontró atrapada por una situación sin salida que como ya sabemos desencadenó la crisis.
Sus intentos por recuperarse eran más que evidentes, debido a esto comenzó a frenar a su madre en sus deseos de controlarla. La respuesta de su madre fue como primer medida intentar aislarme con excusas sin fundamentos y mantener doble discurso con los profesionales tratantes.
Luego de trece días se le permite la salida por el fin de semana, a lo que responde positivamente, incorporándose por cinco días más a la internación y al observarse el buen manejo de la misma el equipo terapéutico discutió la posibilidad de una externación y fue masivamente aprobada.
El tratamiento continuó ambulatoriamente, debiendo concurrir esta a los consultorios externos para continuarlo.


Fragmentos del Libro Acompañantes Terapéuticos de Gabriel Pullice y Gustavo Rossi

El caso Juan 
Vamos a presentar un caso clínico, en el que nos interesa delinear el lugar del A.T y hacer algunas consideraciones sobre distintas variables que van a determinar su función en este tratamiento.

El Acompañamiento Terapéutico de Juan se desarrolló en el transcurso de un año, aproximadamente, a raíz de su imposibilidad de trasladarse por sus propios medios para participar de las actividades del instituto “X”, institución a la que Juan concurre todos los días por la tarde.
Cuando el A.T comienza su trabajo Juan tiene 20 años, vive con su madre (“la gorda”) y cuatro hermanos uno de los cuales es mellizo suyo (“mi hermano gemelo” como él lo llama), y tiene además otro hermana que está casada y no vive con ellos. Su padre reside en una ciudad del interior, se ha vuelto a casar luego de haberse separado de la madre de Juan y tiene hijos de su nuevo matrimonio.

La reconstrucción de su historia familiar resulta muy dificultosa, no solo por lo confuso del relato de Juan, sino también por las impresiciones del de su madre, a lo que luego se agregaría una nueva versión, la de su padre, que aparecería casi un año después del ingreso de Juan a la institución. Tanto el padre como la madre presentan antecedentes psiquiátricos, la madre estuvo internada algunos meses en una clínica psiquiátrica en una ciudad del interior, con un diagnóstico de esquizofrenia, cuando Juan era pequeño) y el padre según él mismo relata, tuvo un “episodio psicótico” con alucionaciones y una posterior internación.
Entre otros datos que pueden establecerse a partir de entrevistas de admisión tomada a la madre, se destaca que el embarazo no fue deseado y además que la madre “no sabía que eran dos”, el médico se lo ocultó hasta último momento porque temía a un aborto “dada la dificil situación económica que atravesaba la familia, que ya era bastante numerosa”.
Juan fue el segundo en salir. A los cinco días se quedó dormido durante veinticinco horas, hasta que la madre se decidió llevarlo al médico, quien “lo despertó con una palmadita”. Durante su infancia fue internado pupilo en un instituto en Córdoba, no puede saberse durante cuanto tiempo. Este instituto fue cerrado luego debido a los maltratos y los abusos a los que eran sometidos los pacientes.
El padre ubicaría el período de internación desde los nueve años de Juan, allí adquiere hábitos de higiene, lectoescritura y otros logros, antes de lo cual “se comportaba como un animalito”. Según su madre y hasta Juan aseguran que estas cosas se las enseñó su mamá.
El diagnóstico era “retraso mental” el cual dejaremos al margen momentáneamente.
Dispositivo institucional y función del A.T
Cuando comenzó el acompañamiento, hacía aproximadamente dos meses que Juan concurría a la institución, a la que ingresa a instancias de la madre, siendo cubierta la prestación por una obra social. La familia no podía hacerse cargo de los traslados y planteando este problema a la institución, se resuelve la intervención de un A.T. El acompañamiento consistía en una hora al mediodía, para acompañar a Juan desde su casa hasta la institución, y otra hora por la tarde para regresar a la casa. Los traslados se realizaban en colectivo, siendo cada viaje de alrededor de media hora. En el inicio el trabajo consistía simplemente en los traslados en un clima tranquilo y sin dificultades, pues el paciente aceptaba de buen grado el acompañamiento, estaba generalmente de muy buen humor y no presentaba actitudes agresivas hacia el A.T con el que se mostraba totalmente dependiente. La consigna del coordinador terapéutico fue que se trabajara específicamente sobre aquellos puntos en que se manifestaba su imposibilidad de autovalimiento, es decir, el manejo de dinero, orientación en la vía pública, con lo que Juan parecía ser incapaz de manejarse.
En este hospital de día permanecía durante algunas horas en talleres terapéuticos como “terapia ocupacional”, “musicoterapia” y un taller que llamaban “relaciones humanas” que sería un taller límite entre un taller de reflexión y un grupo terapéutico.
Los pacientes de la institución se dividían en tres grupos el primero era el de los pacientes” más avanzados”, el grupo dos que estaba constituido por Juan y otros pacientes que faltaban con frecuencia “los tontos”, prácticamente era un grupo unitario, el grupo tres era el de los pacientes “atípicos”.
El equipo terapéutico de la institución debía supervisar los casos mensualmente, el A.T se integró al equipo con las mismas pautas de trabajo.
Juan era atendido solamente por un médico psiquiatra de la obra social, que con frecuencia de dos a tres meses entrevistaba a la madre para renovarle la receta de la medicación “Meleril 10”.
Presentación de Informes
Primer Informe

“Juan se comporta bien durante los traslados, disfruta mucho de la actividad en pileta, en el parque recreativo. No varía su conducta y día a día parece que Juan está igual, no consigue comprender el manejo del dinero (aunque distingue sin dificultad los billetes), ni consigue orientarse incluso a pocas cuadras de su casa. Repite frases a la manera de estribillos y es dificil hacerlo razonar, resulta difícil que interrumpa su discurso, lleno de frases hechas que repite infinitamente”.
Es notablemente afectivo y su demanda de cariño y aprobación es también permanente, es capaz de preguntar si él mismo se siente bien, si tiene calor o si está rico el helado que está comiendo. Sus diálogos con el otro se componen en exclusividad de su discurso compulsivo. Es obediente ante el pedido de una orden.
“Tiene necesidad de llamar la atención como algo compulsivo, habla fuerte, al punto que cabe cuestionarse a quién le está hablando Juan en realidad”.
“Tiene absolutamente negada la posibilidad de hacerlo daño a alguien llegando al extremo de pedir perdón en cualquier momento y por cualquier cosa, a lo que sigue inevitablemente la pregunta ¿Me querés mucho?”
Segundo Informe
Resulta difícil, al preparar un informe acerca de Juan poder definir cual es el nivel de trabajo, o en líneas generales, cual es el estado actual de sus conductas referidas a la vinculación con la realidad que se trata de promover desde el Acompañamiento Terapéutico. Tanto en las salidas como en los desplazamientos entre su domicilio y la institución, los objetivos terapéuticos orientados al autovalimiento se ven obstaculizados por una significativa inconstancia de su parte. Siendo estos objetivos, el manejo del dinero, por un lado, y la orientación en los viajes de colectivos y en la vía pública en general por el otro, la irregularidad en sus respuestas es permanente.
“Respecto del manejo del dinero, prácticamente su aprendizaje es nulo, resultando llamativo que Juan es capaz de hacer una seriación perfecta de los billetes de acuerdo a su valor, sabe sumar y sabe el precio de algunas golosinas, además de reconocer y diferenciar los billetes perfectamente. Por lo general se declara incapaz de calcular cuanto puede comprar con su dinero, enojándose con el A.T cuando el dinero no le alcanza para comprar alguna golosina. Sin embargo algunos días indica con precisión precio y cantidad, siendo esto favorecido por la actual estabilidad de los precios, por lo que da la impresión que eso tiene que ver más con su memoria que con un aprendizaje de las estructuras de intercambio que el manejo del dinero implica”.
Respecto del autovalimiento y orientación en la vía pública, si bien en cierto sentido puede señalarse una gran mejoría, ésta se presenta en el marco de una gran discontinuidad , la que le da un carácter de conmovedora fragilidad.
El A.T observa que algo movilizó su deseo de autovalimiento. Juan comienza “un romance” como el lo llama con Estela. Por esto Juan comienza a ser cuestionado por ella, ¿Por qué Juan, luego del cierre de actividad, se va con el acompañante y no con Estela?
Tercer Informe
Juan ha logrado viajar solo en colectivo, lamentablemente esto ocurrió cuando su familia estaba por cambiar de domicilio. Esto hizo necesario volver al punto de partida, pues el recorrido es totalmente diferente al anterior. Ya ha comenzado a dar indicios de que su logro no ha sido resignado, aunque es necesario respetar su tiempo de adaptación a la nueva situación.

Recordemos que cambia de actitud cuando es cuestionado por Estela y sus compañeros. Es decir, si quiere viajar solo tiene que aprender ,pero al lograr poder viajar solo y descender solo del colectivo comienza con una actitud diferente ¿Porqué si el sabe viajar solo debe seguir soportando el bochorno de ser llevado y traído por un acompañante?.
El paciente comenzó a dar indicios de la aparición de ansiedad persecutoria encarnada en la persona del acompañante.
Eso fue evaluado por el equipo terapéutico y como consecuencia fue montado un dispositivo que permitía que Juan viajara solo pero con supervisión.

La evolución resultó positiva.
Puntuaciones acerca de la función del A.T (caso Juan)
La táctica del A.T encuentra sus límites y su campo de posibilidad en la estrategia institucional , la que a su vez va a estar acotada y subordinada por un lado a la política de la obra social, y por el otro a la madre como “conductora” del tratamiento, al menos en tanto es lo que determina el ingreso de Juan en la institución y luego la interrupción del tratamiento poco tiempo después de concluido el acompañamiento. En estos puntos podemos ubicar los límites al que se presenta, según el decir de Lacan, como “el tratamiento posible”.
El acompañamiento es implementado como un juego que en definitiva va a vehiculizar el logro de Juan en relación al autovalimiento. El juego, como recurso privilegiado permite establecer ciertas pautas, sin que esto le resulte del orden de una imposición.
“La ocupación favorita y más intensa del niño es el juego”… “Todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio, o más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él sería injusto en este caso pensar que no toma en serio este mundo: por el contrario, toma muy en serio su juego, y dedica en él grandes afectos”.
(S. Freud El Poeta y los sueños diurnos, 1907)
Extracto
Entrevista al Dr J. Moizeszowics

Profesor adjunto de Salud Mental (UBA)
Pregunta: ¿Incluye Usted a acompañantes terapéuticos en su práctica? ¿Cuál es el porqué de implementar los acompañamientos y cuál es la finalidad en cuanto al tratamiento?
R: Si, el A.T está incluido en mi práctica privada como una forma de trabajo interdisciplinario. Al igual que otros colegas, inicié esta forma de tratamiento tiempo atrás, cuando no existían las posibilidades de hoy, de realizar un abordaje múltiple desde la asistencia en la salud mental pública o privada.
El Porqué de implementar el Acompañamiento Terapéutico se basa en los clásicos lineamientos de la psiquiatría dinámica que considera al trastorno mental como una lucha entre instancias psíquicas, donde el paciente “pierde” o desdibuja el Yo y es necesario “prestarle” un Yo para la realidad fáctica-vivencial, y no solo para el desarrollo de la fantasía en una sesión psicoterapéutica, es decir, tratar de encarar su enfermedad en el quehacer cotidiano.
Esta representación en lo cotidiano del terapeuta ejercida por el acompañante terapéutico permite una mayor contención para el paciente y el alivio familiar.
Además, el acompañante puede informar al terapeuta de conductas, que solamente aparecen en lo cotidiano, lo que hace del acompañante un activo agente de resocialización, permitiendo de esta forma que el paciente perturbado confronte la realidad con su mundo interior.
P: ¿Por qué sería conveniente que el acompañamiento sea por un acompañante y no por la familia?

R: Es conveniente que la familia no sea la que se ocupe de la implementación de las actividades que un paciente perturbado debe realizar. Ello surge de que, generalmente, la descompensación psicótica se produce porque la familia no prestaba el apoyo y el cuidado necesario a ese miembro enfermo. El intercambio familiar, basado en la homeostasis, “necesita” designar al miembro más débil (enfermo) como responsable de alguna crisis o situación particular.
Entonces, mal podría ayudar esa familia, cuando es ella con su desequilibrio en el intercambio, causante de la patología.
El A.T puede mostrar aquí un nuevo sistema de relaciones humanas posible para el paciente/familia de poder identificarse con alguna de ellas. Sería un modelo diferente al intercambio patológico al que estaban acostumbrados.

P: ¿Recurre Usted a A.T en algún otro tipo de casos?

R: El A.T es de utilidad no solamente en el tratamiento ambulatorio de pacientes perturbados, sino también en las internaciones. En mi experiencia, es primordial incluirlo en los pacientes depresivos con riesgos suicidas, en los adictos, en los adolescentes con trastornos en la alimentación. Es obvio que es de suma utilidad en los pacientes ezquizofrénicos y en los fronterizos, ya que la labor de “permanecer al lado” en el primer caso y de plantear constantemente los límites en el segundo permiten controlar las conductas patológicas del paciente durante una internación.
Entrevista a la Doctora Elsa Bromberg
Psicoanalista, Fundadora y Supervisora del Hospital de Día del Hospital Luisa. C. de Gandulfo. Ex docente de la cátedra “Psicoanálisis Freud” (UBA) y del curso de Post Grado del centro de Salud Mental N° 3 Dr. A. Ameghino. Directora de Atenea Clínica de Día.
P: ¿Cómo podría resolverse esta cuestión que se plantea acerca de por donde pasa la dirección de la cura cuando el tratamiento excede al consultorio, pensando específicamente en la cuestión del acompañante? Esto va a traer consecuencias para el A.T, que queden irresueltas estas cuestiones de dirección de la cura, porque el acompañante y odría pensarse ¿A quién responde?

R: No, no responde a nadie, responde de sí mismo y a una táctica que él puede formular, yo creo que el A.T puede formular una táctica que por supuesto tiene que poderla hablar y entrar en relación con la estrategia del analista. Pero yo lo que trataba de decir es que el A.T no es un instrumento que obra por indicación, yo te mando para que vos hagas tal cosa, o tal otra…

P: ¿Con qué tendría que ver la táctica, concretamente?

R: Con determinada posición en que va a estar ubicado el acompañante, que no es la misma en la que está ubicado el analista. La intervención va a venir después, como consecuencia. Yo quiero decir esto con respecto a la Transferencia: el analista está posicionado de determinada manera en relación a este paciente, y el paciente despliega con respecto al analista una transferencia. Cuando entra a tallar una institución o entra a tallar un A.T, y ese acompañante está ubicado desde otro ángulo, entonces incluso ve determinada posición complicada del analista que el analista no digo que no ve, pero que al menos lo obligó a hacer intervenir otra instancia; esto le pasa no solo al paciente, también al analista, la determinación viene por los dos lados. Lo que pasa es que uno siempre tiende a decir “El paciente es inabordable” …
El paciente es inabordable solamente son sesiones, pero también del lado del analista hay una cuestión cuando el analista decide hacer intervenir a otra persona.

P: Habría algo también que podría pensarse como una limitación, que es la cuestión económica. Vos decías que en algunos casos no se implementaban acompañamientos terapéuticos por cuestiones económicas de la familia… ¿Es algo costoso, en general? Porque otra cuestión que nos interesaba ver es como pensabas la internación domiciliaria como alternativa a la institución, a la internación Psiquiátrica…

R: Yo diría que siempre que es posible optaría por internación domiciliaria con acompañamiento, seguro, y no por una internación Psiquiátrica. Me parece que lo que determina una internación psiquiátrica en realidad son situaciones extremas, donde lo que más juega, en ese sentido, es el riesgo concreto e inminente para el paciente, cosa que no hay que desoir. A veces pasa que hay familias con las que uno no puede contar. Nosotros hemos tenido casos de pacientes que, por ejemplo, han hecho una sobreingesta de medicamentos estando el familiar ahí, y habiéndose dado la indicación de que era el familiar el encargado de darle la medicación, que no debía haber medicación en la casa, en ninguna parte. Por supuesto, todo esto no se cumple… Y en casos así, de riesgo inminente, Ustedes lo ven concretamente, no hay posibilidades de implementar una internación domiciliaria…

Extracto
Entrevista al Dr Juan Carlos Stagnaro

Médico psiquiatra, Psicoterapeuta, Jefe de Trabajos Prácticos, Departamento de Salud Mental Facultad de Medicina, UBA, Médico del hospital “José. T Borda” Director de Vertex, Revista Argentina de Psiquiatría.

P: ¿La inclusión del A.T, contribuye a disminuir los costos económicos?

J.C.S: Seguramente, y también agreguemos aquí que habría que trabajar la idea del rol del A.T en el momento de la reinserción socioprofesional del paciente.
Lo ideal sería que toda la comunidad sea acompañante terapéutica de “nuestros locos”, que los reconozca como personas sufrientes que tienen una capacidad diferente, y que le permitan convivir con todos los demás, y que si no pueden producir económicamente como ellos, esto les sea tolerado… Se necesitan abordajes poco medicalizados, pero adecuadamente tecnificados, mostrando casi una especie de modelo de ciudadano sensible, informado, con capacidad de escucha y de acompañamiento del sufrimiento de otro. Como ahora eso no se puede esperar de todo el mundo, entonces inventamos un Rol, el del A.T, y ese Rol es dificilísimo.

P: ¿Podrían plantearse otras formas de intervención del A.T desde su perspectiva…?

R: Bueno, carezco de un inventario completo pero creo que además de esta función de mediador con las instituciones asistenciales, laborales, judiciales, estudiantiles…, el acompañante terapéutico puede oficiar como un organizador de la gestión vital cotidiana: horarios, comidas, salidas, etc, actuando como una suerte de “auxiliar yoico”; en tercer lugar, además de su presencia que aporta un holding y un continente a muchas ansiedades del paciente y su familia, el A.T oficia como una figura de identificación para el entorno del paciente que puede aprender de él nuevas actitudes en el vínculo con el enfermo. No olvidemos que el contacto estrecho en la convivencia puede asegurar el cumplimiento de las indicaciones psicofarmacológicas y la observación de los efectos del mismo, tanto terapéuticos como secundarios, siendo esto muy valioso para que el psiquiatra regule la medicación. La seguridad física de los pacientes con riesgo de autoagresión es otra función de incalculable valor.

Fonte:

http://www.campopsi.com.ar/MarielaArmenio/aterapeutico1.htm

Artigo publicado no “Site AT” em 20/06/2002.

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